martes, 4 de marzo de 2014

Las Tres Cajas

LAS TRES CAJAS

Cada situación por la que atravesamos en la vida, puede ser clasificada de muchas maneras. De acuerdo a esa clasificación, será el tratamiento que le demos y desde donde la abordaremos. Por ejemplo, si algo que sucede, decidimos clasificarlo como “problema” lo gestionaremos desde una perspectiva estresada, de mucha presión y sobre todo con algo que debemos resolver, pero con mucha posibilidad de fracaso y su inminente sentimiento de pérdida. En cambio, si esa misma situación la etiquetamos como un “reto”, seguramente nuestra actitud ante él será de esfuerzo, de intención de superación y con el ánimo exaltado, y al final, sin importar el resultado, el sentimiento será de haber dado un paso más.
Sin embargo, hay una forma de mirar las circunstancias que creo puede ser útil para abordarlas de una manera adecuada y efectiva, sin cometernos a un desgaste infructuoso. Esta clasificación la llamo “de pertenencia”.
Imagina que tienes enfrente tres cajas, y que en cada una de ellas puedes depositar cada circunstancia que ocupe tu atención. Cada caja tiene una etiqueta, en una de ellas se lee “Mis Cosas”, en la segunda la etiqueta dice “Cosas de los otros” y en la última dice: “Las cosas de Dios”.
Piensa ahora en esa situación que te arrebata la tranquilidad. Mira tus cajas enfrente. ¿Dónde cabría ese asunto que te da vueltas en la cabeza?
Si ese asunto se puede modificar a partir de algo que hagas, o dejes de hacer, si requiere que te pongas en acción y provoques que las cosas caminen de mejor manera, definitivamente va en la caja que dice “Mis Cosas” ¿Qué esperas? ¡Pónlo ya en esa caja! Deja de preocuparte y ocúpate ya. Diseña una estrategia, un plan de acción y ¡manos a la obra! No pierdas más tiempo. Si esa estrategia no funcionó, descártalo y anda por el plan B, pide ayuda, capacítate mejor y vuelve a abordarlo ahora con mejores herramientas. En esta caja caben cosas del tipo: mejorar mi nivel económico, trabajar en mis relaciones familiares, revisar mis metas, mejorar mi desempeño como padre, diseñar estrategias para conseguir mis sueños, etc.
Ahora bien, si ese asunto que te preocupa lo miras bien y resulta que, hagas lo que hagas, no está en tu poder cambiar el rumbo de las cosas, que no depende de ti, que por mas esfuerzos que hagas éstos son en vano porque en realidad están bajo la influencia de otro, entonces deja de tratar de meterlo a la caja de “Mis cosas” ¡Eso no cabe ahí! Suelta ya la necedad de asumir la responsabilidad de otro. No caigas en la trampa de querer ayudar y resolver a costa de todo, esto no te hace bien a ti, y ¡cuidado! No le hace bien a NADIE. No te culpes por lo que sucede en la jurisdicción del otro, no cargues con lo que no te corresponde, porque al final, no sólo no lograrás resolver ese asunto, sino que también hay un altísimo riesgo de dañar tu relación con los demás. Mira bien, ese asunto cabe perfectamente en la caja de “Cosas de los otros” Aquí caben paquetes del tipo: “¿Y si mi pareja me es infiel? ¿Y si mi hijo se casa con esa mujer? ¿Cómo hará mi hermano para conseguir trabajo?” Deja ahí esos paquetes, se respetuosamente solidario y confía que no hay nada mejor que cada quien se haga cargo de lo que le corresponde.
Por último, hay asuntos que no dependen de ti, ni de tus seres queridos más cercanos. Cosas que están más allá de los esfuerzos humanos y que debemos entregar al único que puede manejarlos. Adivinaste! Estamos hablando de la caja “Cosas de Dios” donde caben todos esos asuntos a los que no les encontramos una explicación inmediata, pero que generalmente nos preocupamos por ellos muchísimo antes de que sucedan, por ejemplo “¿y si nos subimos al avión y morimos todos? ¿Y si llueve y se inunda toda la casa?” Esas cosas tan temidas que creemos no merecer y que el sólo pensar en la posibilidad de que sucedan nos genera estrés y desasosiego. Si depositamos esas preocupaciones en esa caja, podremos vivir un presente más pleno.
De este modo, si llegaran a ocurrir eventos desagradables en nuestras vidas, serían muy pocos los auto-reproches que se generan a partir del “si yo hubiera…” ya que estaríamos muy bien ocupados en nuestra caja, viviendo plenamente, siendo proactivos, provocando cosas buenas a partir de la caja “Mis cosas”,  sin distraernos hurgando en las otras dos cajas y sin olvidar la caja más importante, donde solo nosotros influimos. Viviríamos mas felices y con un mejor grado de co-responsabilidad. Con mas ocupación y menos preocupación inútil.
¿Qué te preocupa hoy? ¿A cual caja pertenece?

LifeCoach Rosamary Rodriguez Piana